«Me gustaría aprender ya a programar con ceros y unos, en código binario», sentencia el jovencísimo Daniel López, a quien que ya se le queda corta la programación con Open Roberta, la herramienta que usan en los talleres de Ciberlandia.

La sala polivalente del museo Elder se llenó ayer de niños y niñas que, con ordenadores y robots construidos por ellos mismos, tenían el reto de darles vida y hacerlos caminar e iluminar un pequeño poblado noruego al que llega poco luz natural y siempre esta oscuro.